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  • 14 Jul 2020 11:17 AM | Positive Discipline Association

    Por:  Psic. Clí. Ma. Daniella Medina. Entrenadora de Disciplina Positiva. 

    Desde la ventana de la Familia Bermeo se puede presenciar cómo la madre golpea a Mario, su hijo mayor, por haberse comido un chocolate que le pertenecía a un hermano. Cogiéndose la cabeza con ambas manos les grita a sus tres hijos: “¡Estoy harta!, no sé qué hacer para que ustedes hagan lo que les he ordenado, hasta cuando pasará lo mismo”. Mario la mira muy enojado y empieza a golpearla. Beatriz, la segunda hija, prefiere mirar a lo lejos la situación y llorar silenciosamente desde un lugar donde los demás no logren verla. Raúl, el menor ha ido a su cuarto a entretenerse con sus juguetes. Es así, como terminan todos los conflictos en la familia Bermeo.

    Este es un panorama muy común, existen muchos padres sin realmente saber cómo corregir a sus hijos eficazmente, algunos cuestionan qué tipos de estrategias podrían ayudarlos o qué más pueden hacer ellos para que los hijos aprendan a comportarse. Lo que realmente buscan estos padres son estrategias castigadoras para someterlos u obligarlos, es por esto que tratarán con el castigo físico, con las humillaciones verbales, con la ducha fría, entre otros. Y al intentarlo, como el caso de la Familia Bermeo, se darán cuenta que esto no ha sido suficiente porque los resultados aún no se alcanzan y ahí surge la frustración o el desánimo de un padre o madre que siente que ha fracasado en su rol.

    El castigo puede ser una estrategia excelente para parar la conducta en el momento, ¿pero que está sintiendo, pensando, decidiendo un hijo luego de ser castigado? ¿Estará sintiendo ganas de hacer las cosas bien la próxima vez? El castigo genera respuestas a corto y mediano plazo que desmotivan e invitan al resentimiento, revancha, rebelión y retraimiento. Si analizamos la respuesta de cada uno de los hijos de la familia Bermeo, seguro encontraremos uno de estos efectos.

    Rudolph Dreikurs, psiquiatra y educador estadounidense, dejó una gran lección sobre la que debería fundamentarse toda estrategia educativa: “Un niño que tiene mal comportamiento, es un niño desmotivado”.  Desde esta premisa, los padres debemos comprender que en lugar de pensar cómo ganarle al niño, debemos ganarnos al niño. Solo cuando logramos motivarlos y los animamos a querer ser mejores podremos influir en el desarrollo de sus habilidades futuras para la vida.

    Si mantenemos esta perspectiva surgen los ingredientes fundamentales para una educación basada en la Disciplina Positiva: firmeza y amabilidad. La firmeza es un requisito necesario para poder ubicar los límites claros. Las expectativas y proyecto familiar son ubicados únicamente por los padres. La firmeza es respetuosa tanto para el niño como para el adulto, porque así ambos sabrán qué se espera de cada uno de ellos en todo momento. Y la amabilidad deberá ser el mejor compañero de la firmeza, porque mediante esta, un padre será capaz de escuchar el corazón de su hijo y  de sintonizar con su sentir, pensar y actuar.

    Estas claves educativas deberán ser utilizadas de manera constante y ser los lineamientos básicos para la educación en las diferentes edades, en cada una de ellas lo que podría variar son las herramientas.

    Herramientas basadas en la firmeza y amabilidad:

    • Escuchar, evitar anticiparse o etiquetar: ¡Cuánto cuesta escuchar! Los padres somos expertos expositores de lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer. Convendrá tener una escucha sincera que busque conectarse emocionalmente con el otro. Esto lo hará sentir validado e importante.
    • Utilice preguntas de curiosidad, luego de la escucha atenta y sin prejuicios, será importante realizar preguntas que inviten a que los chicos saquen sus propias conclusiones y busquen reparar errores si el caso lo amerita. Un aprendizaje será más genuino cuando viene pensado y elaborado desde la persona, no cuando es impuesto por otros.
    • Decidir lo que se hará y ser consecuente: Cuando se encuentren frente a un problema que se repite constantemente, conviene que ambos padres hayan llegado a un acuerdo sobre cómo reaccionarán si nuevamente se presenta la conducta, y convendrá que lo hayan anticipado previamente y sean constantes siempre.
    • Enfocarse en soluciones: En lugar de buscar castigar o tratar de observar sentimientos de culpa y vergüenza por parte de los hijos a través del castigo, será mucho más beneficioso a largo plazo buscar en conjunto con su hijo posibles soluciones a los problemas. Esta búsqueda en conjunto ayudará que desde los más pequeños a más grandes se sientan comprometidos y responsables de sus acciones.


  • 17 Jun 2020 6:00 PM | Positive Discipline Association

    Por: Macarena Soto Rueda. Entrenadora certificada de Disciplina Positiva. 

    El sentimiento de pertenencia es el gran motor en torno al que gira la Disciplina Positiva. Este concepto de pertenencia está estrechamente relacionado con el instinto gregario que estudiamos en neurosicoeducación. Somos seres sociales, y este concepto que puede parecer muy teórico, incluso poético, es muy significativo para poder entender nuestros comportamientos y el de los demás. El sentirnos importantes en los distintos contextos en los que nos movemos, el saber que aportamos y que somos útiles, puede convertirse en la brújula que nos guíe en nuestras conexiones con los distintos entornos.

    En este sentido, y en relación con la pertenencia, la importancia que damos en Disciplina Positiva a la lógica privada adquiere gran relevancia en investigaciones actuales, en las que se nos invita a reflexionar sobre los comportamientos poco cooperativos, que, sin embargo, pueden llegar a convertirse en comportamientos útiles a nivel social. Es decir, que esas acciones y actitudes que observamos y que pueden ser perjudiciales para la otra persona y para su entorno, podrían ser el modo en que ha aprendido a tener atención y a sentir que se le tiene en cuenta.

    Al igual que sugerimos desde el enfoque de la Disciplina Positiva, investigadores actuales nos invitan, a las personas adultas que acompañamos a la infancia y a la juventud, a redirigir comportamientos, a fin de que un comportamiento poco útil no se convierta en acciones socialmente necesarias. En este sentido, “redirigir” es elemento clave, ya que, como se sabe hoy en día, donde fijamos la atención, se construye el aprendizaje consciente.

    Me gusta invitar a imaginar un contexto donde la seguridad, la pertenencia y la motivación son los pilares que sustentan el clima emocional. Estos tres pilares están relacionados, interconectados entre sí. Imaginemos estar en un grupo de trabajo, en un aula, en la familia, con un grupo de amigas y amigos…e imaginemos que sentimos que no formamos parte de ese grupo, que no se nos tiene en cuenta, que percibimos rechazo. Si esto sucediese, por ejemplo, en el aula, podría ser muy complicado mantener la atención en los contenidos académicos que se están trabajando, nuestro deseo de participación y colaboración podrían verse afectados, y nuestra motivación podría disminuir. ¿Por qué? Porque, volviendo a lo escrito en los primeros párrafos, somos seres sociales, y como tales, cuando perdemos la pertenencia, es muy probable que aparezca la inseguridad, y la falta de pertenencia unida a la falta de seguridad pueden llevarnos a la pérdida de la motivación.

    El investigador Matthew Lieberman apunta que el dolor emocional nos puede producir dolor físico, y puede llegar a disminuir las capacidades cognitivas y ejecutivas de la persona.

    Una de las áreas que interviene en el proceso de atención ejecutiva es la corteza cingulada anterior, responsable también de avisarnos cuando tenemos un dolor físico, y curiosamente, esta área también interviene cuando sentimos dolor emocional.

    Volvamos a imaginar que estamos en el aula, y en esta ocasión imaginemos que nos duele mucho una muela; por mucho que nos interese el contenido de lo que estamos trabajando, lo más probable es que nuestra atención hacia el aprendizaje académico disminuya o se anule en ese momento, ya que estamos recibiendo un estímulo que es mucho más importante para nuestra supervivencia, y es el dolor de muelas. Pues bien, cuando perdemos la pertenencia, cuando sentimos que no formamos parte de ese grupo, aparece el dolor social, por lo que nuestra atención, al igual que con el dolor físico, también puede verse alterada, ya que como acabamos de comentar, dolor emocional, físico y atención ejecutiva comparten la corteza cingulada anterior.

    La atención, junto a la sensopercepción, memoria, motivación y emoción, constituye parte de los dispositivos básicos del aprendizaje, lo que implica, que deben formar parte de todo proceso de aprendizaje para que éste pueda interiorizarse.

    Sin embargo, como acabamos de ver, la atención se ve alterada por factores físicos y emocionales, lo que podría indicar, y tras más de siete años aprendiendo junto a familias y docentes, he podido observar, que centrarnos en aspectos meramente académicos sin tener en cuenta los pilares socioemocionales, podría repercutir de manera negativa en los procesos de aprendizaje.

    Y es por ello, que os invito a reflexionar sobre la importancia de que la seguridad, la pertenencia y la motivación formen parte significativa de los distintos contextos en los que nos desenvolvemos, a fin de conectar con nuestra propia naturaleza social, así como con la de aquellas personas con las que nos relacionamos.

  • 16 Mar 2020 4:48 PM | Anonymous

    Por: Marisa Moya. Entrenadora certificada de Disciplina Positiva. 

    Consciencia y calma

    Hay tanta información, opiniones y creencias en las redes sociales sobre este tiempo de pausa obligada que coger el teclado para escribir no tengo claro que sume ni un ápice, es posible que hasta sature mentes más de lo que ya están.

    El panorama actual en España, y en muchos países del mundo, de inseguridad, provoca incertidumbre. El coronavirus, ese ser diminuto, ha puesto en jaque a millones de personas. Nuestras vidas han cambiado en un espacio tan corto de tiempo que no nos ha dado tiempo a encajar la dimensión del problema.

    Sin embargo, las emociones, que no precisan de tanto margen para el chequeo de los acontecimientos, se van haciendo notar. Los impulsos, tan amigos de las emociones, también hacen acto de presencia. Solo hay que asomarse a un supermercado o a la operación huida en las carreteras para constatar el imperio de los instintos.

    Por más racionales que nos creamos el dominio de los impulsos no está en segundo plano.

    Nuestros cerebros primitivos que tienen la más alta de las funciones, asegurar nuestra supervivencia, están de horas extras.

    El cóctel está servido y aparece un sentimiento, la vulnerabilidad.

    Un virus lo logra

    Parece que no hay muro que lo pare, desmonta el mundo como si de un castillo de naipes se tratara y perdemos la sensación de confianza.

    El significado de lo habitual para progenitores y pequeños comienza a ser otro. La calle no es ocio, ni juego, ni paseo, ni trabajo, ni relación con otros. Las escuelas quedan en un silencio sordo ¿Y los hogares?

    El aislamiento prudente y necesario al que nos aboca el conflicto pudiera hacernos pensar que al menos estamos en familia.

    La familia ha sido tradicionalmente concebida como el mayor exponente de seguridad para un individuo.

    La expresión #quedarseencasa moviliza a la responsabilidad y también se hace eco de ese sentimiento íntimo que para cada uno de nosotros tiene la palabra "casa". Hasta hace nada, disfrutar del hogar, era un bien alcanzable solo los fines de semana. ¿Qué ha cambiado para que incluso en el hogar nos sintamos presas del miedo? El sentir mutó, como el virus, hay un componente nuevo, un mensaje subliminal socavando, "estamos solos", en familia, porque es un aislamiento no decidido.

    Quedarse en casa, ahora, es protección, pero no es tranquilidad.

    Como no hay nada que pensar, es la aceptación la vía. Aceptemos el cambio para poder abordarlo.

    Si nos lo permitimos, si reconocemos y nos mostramos comprensivos por este sentimiento ambivalente es más probable que entendamos que la situación es nueva y nos sorprenderemos de nuestras propias reacciones ¡en familia!

    En los hogares, en estos días de "pausa", habrá revisión de áreas personales y sociales que estarán muy por encima de lo que nosotros mismos dábamos por hecho que poseíamos y habrá también revelación de otras tantas que se nos quedaron sin elaborar.

    ¡Nos enfrentamos a nosotros mismos!

    La situación tiene el poder de anular lo superfluo

    Encajar que no nos conocemos como sujetos que abordan un conflicto sin precedentes en nuestras vidas puede aminorar la sobreexigencia. Las circunstancias son otras y otros pueden ser los recursos para abordar la incertidumbre, la soledad, el miedo... ¿Contamos con esos recursos?

    En las formaciones de Disciplina Positiva hablamos de aprender a ser "buscadores de fortalezas". Ser buscador de fortalezas no es negar lo que nos sienta mal, lo que no poseemos, lo que nos hace sufrir... es aflorar lo que nos nutre, lo que hay en nosotros y en los que nos rodean que contribuye al bien común. Visibilizando las fortalezas nutrimos la seguridad y confianza en nuestras propias habilidades. Es permitirse la energía que moviliza nuestra mejor versión.

    Buscadores de fortalezas

    • En tiempos de pausa forzada, una fortaleza es "el tiempo". No es el tiempo de hace una semana, el del gozo, el de la premura, el del trajín... es tiempo de quietud activa.

    Veo en redes sociales muchos, muchos recursos y sin duda son ideas y alternativas muy valiosas; sin embargo, me queda la sensación de que pueden no funcionar, incluso sentirnos frustrados, si antes no revisamos el patrón. Es otro, ha cambiado. No hay que llenar todo el tiempo, no es necesario, no estamos apremiados por la urgencia ¡Es tiempo de pausa, tomar conciencia allana el camino!

    Otros usos para alcanzar otras finalidades.

    Aprendamos a mediar y valorar los procesos, a observar, a percibir, a contemplar, a imaginar... los descansos, la parada, los silencios de un país enfrentado que NO SE VA RENDIR ANTE LA ADVERSIDAD.

    • Otro reto de buscadores de fortalezas es trabajar para instalar  el nuevo concepto de "seguridad" en el hogar. Estar a salvo hoy es distinto de lo que era hace apenas una semana. Son otros temores y nos resulta difícil convencernos de que lo que estamos haciendo sea suficiente para tranquilizarnos.

    Si son los niños los que se manifiestan intranquilos recordemos que aprenden más de lo que ven que de lo que se dice. Tu calma es su calma. Tomemos en cuenta que somos sus lectores de vida; para tranquilizar revisemos antes lo que dice nuestro cuerpo (ceño fruncido, tensión muscular, esbozos de sonrisas). El cuerpo habla de nuestros sentimientos y pensamientos.  En lugar de distancia, receptividad. Preguntemos, "¿cómo estás?, "cuéntame más", con suavidad, con comprensión. Cuidemos lo que ven en televisión y redes sociales, agarran al vuelo la información, se dan cuenta pero no siempre interpretan, ni integran la información de manera adecuada. Cuidemos el lenguaje, cuidemos el mensaje. Dejemos de lado términos pesimistas o catastróficos. Los niños pequeños se preocupan mucho y no poseen recursos para procesarlos de manera adecuada.

    Les beneficia saber que se está trabajando para lograr soluciones... pequeños gestos, describir, analizar a nivel de su entendimiento para que puedan comprender.

    Si son los adultos que nos rodean los que pierden la calma, empaticemos, también están lidiando su propia batalla. Si lo que hacen otros nos altera, decirlo de manera no hiriente es más útil, es más probable que obtengamos receptividad, amenazar, humillar, avergonzar, castigar, sermonear... aumentará las resistencias.

    Si nos lo tenemos que contar en primera persona, si aparece el miedo, la ansiedad, hagámoslo ¡con fantasía, con humor, con cariño! No esperábamos una adversidad de tal magnitud.

    • Acostumbrados a la línea recta del bienestar ahora toca la curva que supone sentirse insuficiente o temeroso. Nos inquietan los recursos materiales que también acusarán el impacto de las circunstancias y nos inquietan los recursos emocionales para sobreponerse a lo desconocido ¿Cómo ser buscador de fortalezas en autorregulación y autocontrol en semejante reto?

    Dejemos de lado el apremio. No podemos ser siempre fuertes emocionalmente. Nadie nos está midiendo. Hará falta que respiremos para bucear en nuestro interior, somos mucho más capaces de lo que estábamos demostrando en situación de bonanza y si el aliento nos falla atreverse a buscar apoyo es sustantivo. Leer el cuerpo, interpretar sus señales y comunicar (teléfono, redes sociales, grupos que se están haciendo de apoyo, redes humanas, aunque sean en digital).

    Vamos a pasar días, semanas, juntos, en casa. La presencia, como decía, no siempre es disponibilidad emocional. Ahora que desaparece lo cotidiano establecido y mucho de lo superfluo en las relaciones humanas podemos concentrar la fuerza en lo esencial. Personas ayudando a personas para poder apreciar los cambios de ánimo y cuidarnos. Adultos modelando solicitud de ayuda es un gran referente para la que no nos quita ojo, la infancia. ¡La cooperación humana es, además de relevante para la solución del conflicto, salud mental!

    Lograremos superar esta pesadilla

    En mis talleres siempre decía que merecía la pena "parar para repensar la vida", nunca hubiera sospechado que el frenazo estaba a la vuelta de la esquina.

    ¡Así no, así no nos hacía falta parar!

    Creo profundamente en el poder transformador del ser humano, desde dentro, desde la educación, el amor y su propia iniciativa. No necesitamos que nos cambien los patrones desde fuera, y menos aún por una enfermedad dura.

    Aprovechar al máximo esta situación difícil sería que nuestra vida afectiva salga beneficiada por dos aspectos esenciales de nuestra humanidad, el autocontrol y la empatía. Es la hora de todos, es momento de que en vez de pagar un alto precio seamos capaces de enfrentar al coronavirus de la mejor manera posible, desarrollando la resiliencia.

    Mi corazón os abraza.

  • 04 Mar 2020 5:49 PM | Positive Discipline Association

    Por:  Ma. Gabriella Ottati de Castillo. Candidata a entrenadora de Disciplina Positiva.

    ¿Con cuántas entonaciones se puede decir esta frase?

    Es probable que cuando la decimos o la oímos, esté cargada de una connotación negativa. Equivocarse normalmente produce enojo, tristeza, desilusión.  

    Se siente temor ante las consecuencias de los errores pero también frente al juicio negativo que los demás pueden formarse de nosotros.  Los errores nos hacen sentir que somos malos, inadecuados, perdedores, culpables.

    Y como nada de esto es agradable… ¡tapamos los errores! 

    • Los ignoramos o minimizamos (“no es tan grave”, “no es verdad”).

    • Los atribuimos a circunstancias externas o a otras personas (“fue culpa de…”).

    • Los justificamos (“es que esto ocurrió porque no tengo…”).

    • Los convertimos en aciertos (“creo que fue bueno hablarle de esa manera porque así aprende”).

    En resumen… ¡Los desperdiciamos!

    Un error es en realidad es una prueba clara de que estamos intentando algo nuevo. 

    Un error es la muestra de que hemos salido de la zona de confort y hemos aprendido que hay un camino para llegar a nuestro objetivo que no es el que elegimos en primer lugar.

    Un error es claramente una oportunidad de aprendizaje,  pero para poder aprender de los errores hay que:

    • Reconocerlos.
    • Responsabilizarse por ellos.
    • Analizarlos.

    Y…¿cómo se hace para que los hijos aprendan esto?

    Primero lo primero: los adultos debemos “hacer vida” estas ideas. Reconozca públicamente sus errores… sin dramas.

    Segundo: Evite culpabilizar, quejarse y sobre reaccionar con los errores de los hijos. Lo natural es que cuando algien está aprendiendo algo, se equivoque ocasionalmente. Si el adulto hace un problema de cada equivocación, le envía al niño este peligroso mensaje: “Sólo eres bueno y valioso cuando eres perfecto”. El resultado es que como el niño necesita ser valorado y querido, probablemente decida ocultar sus equivocaciones o se niegue a intentar cosas nuevas.

    Tercero: ayude a que se produzca un aprendizaje:

    • Acompañando al niño en las consecuencias de su acción (acompañar no es sustituir),

    • Guiando su reflexión con preguntas (¿por qué crees que pasó esto? ¿qué otra cosa pudiste haber hecho? ¿te gustaría intentar algo diferente?),

    • Apoyando la búsqueda y puesta en marcha de soluciones. Los niños deben saber que ellos pueden encontrar mejores y más productivas maneras de actuar y que hay posibilidades de reparar.


    De esa forma el ¡Me equivoqué! podrá ser dicho con una connotación positiva de expectativa por la mejora.


  • 24 Feb 2020 10:47 AM | Positive Discipline Association

    Por: Natalia Calderón. Entrenadora certificada de Disciplina Positiva

    Es fundamental poner el amor del niño como lo más importante, incluso antes de las diferencias de los adultos.

    Es clarísimo que se separan las parejas, pero por siempre y para siempre seremos los padres de Juan o de Lucas.

    Así que es necesario una conversación abierta y respetuosa para trabajar en los mismos límites y mantener las mismas rutinas. Es ideal que la conexión, vínculo y amor sea equitativo entre ambos padres, pero también es necesario que los límites sean los mismos en ambas casas.

    No se trata de que, en casa de mamá estudio y tengo responsabilidades, y la casa de papá sea “un parque de diversiones”. Se trata de equidad, de compartir el amor y las responsabilidades. Se trata de evitarles más dolor a los niños, no se trata de competir; sino de compartir amor y responsabilidad, se trata de madurez.

    Se recomienda

    • Ponerse de acuerdo en las rutinas entre semana y del fin de semana, deben ser iguales o muy similares en ambos casos. Los limites dan estructura y seguridad.
    • Los niños necesitan responsabilidades en ambas casas (de acuerdo con su edad y momento evolutivo).
    • Si los padres no logran ponerse de acuerdo y conversar como personas maduras, es necesario incluir un especialista que los apoye en esta tarea.
    • Evitar premios y/o castigos (tener un acuerdo claro en esto), por el contrario, enfocarse en soluciones.
    • No competir entre los padres, los niños necesitan el amor de ambos, no escoger a uno de ellos.
    • No hablar mal del padre ausente jamás, los temas de adultos son de adultos. No use a los niños para enviar mensajes.
    • Usar la anticipación. Por ejemplo: en 15 minutos vamos a cenar, en 10 minutos nos vamos a casa de la abuela, etc.
    • Aprender a contener al niño en momentos de explosión emocional (ira), no es controlar, es acompañarlo.
    • Brindar opciones.
    • Enfocarse en lo positivo.
    • Si existe un problema de conducta (como es muy usual después de un divorcio), los padres deben conversar para buscar opciones de ayuda para el hijo.
    • Reconocer los progresos del niño. Enfocarse en el esfuerzo, no en la meta.
    • Los niños jamás deben sentir que la separación es su culpa, deben sentir que son amados por encima de todas las circunstancias.
    • Es importante que el niño tenga tiempo especial con su papá y con su mamá en forma independiente, mínimo media hora a la semana.
    • La psicoterapia para los adultos en muy recomendable. Ya que, para tener niños sanos emocionalmente, se necesitan padres estables y felices, ósea plenos.


  • 14 Feb 2020 4:13 PM | Anonymous

    Por: Karina Bustamante. Entrenadora certificada de Disciplina Positiva. 

    Cuando pensamos en herramientas disciplinarias probablemente se nos vengan a la mente dos de las más comunes, los castigos y las recompensas. Mucho hemos escuchado sobre los efectos y las consecuencias del uso del castigo, sin embargo poco sobre el uso de las recompensas. Los padres quienes han tomado conciencia que el enfoque tradicional de disciplina no da resultado se han visto obligados a buscar otras alternativas diferentes al castigo, sin embargo, aún utilizan las recompensas como herramienta, ya que se desconoce el efecto a largo plazo de su uso.

    Pensemos detenidamente ¿cuál es el propósito de ofrecer recompensas? El objetivo principal es que el niño se comporte de la forma en que queremos, siendo esta una herramienta de control. Ofrecer recompensas puede funcionar para que nuestros hijos obedezcan. "Si te portas bien, te compro un helado", "Si haces lo que te pido, te dejo ver televisión hasta más tarde", o "Si sacas buenas notas,  te compro el video juego que tanto quieres", estos son unos cuantos ejemplos de lo que ofrecemos a nuestros hijos a cambio de lo que queremos. Al resultar estas recompensas atractivas para el niño lo movilizaran a comportarse mejor. Ahora, ¿Es este cambio temporal o a largo plazo?

    Las recompensas se enfocan en controlar la conducta del niño, mas no en enseñar al niño a comportarse mejor; la motivación que genera su uso es extrínseco, mas no una motivación proveniente de su interior. Al utilizar recompensas movilizamos a los niños  y los llevamos a  concentrarse en lo que va a recibir a cambio, no en los beneficios de comportarse mejor. Para que el cambio de conducta sea duradero la motivación del niño tiene que ser intrínseca, sino el cambio será solo temporal.

    Un riesgo que se corre al utilizar recompensas es que el niño eventualmente se aburra o canse de esta estrategia y lo que uno le solía ofrecer no resultará atractivo para él. Por otro lado, cuando los niños se acostumbran a recibir recompensas suelen querer siempre más. Si antes un helado era suficiente, ahora pedirá dos o quizá uno más grande. Además, se le da la importancia a la recompensa, más no a la acción que el niño va a realizar.

    Las recompensas desalientan al niño debido a que si no tiene éxito en lo que el adulto le pide, no obtendrá nada a cambio; sin querer el adulto convierte la estrategia en un castigo y como consecuencia llevará al niño a sentir resentimiento o incluso a una disminución de su autoestima. Con el uso de recompensas llevamos a los niños a vivir acorde a nuestras expectativas, haciéndolos sentir que nuestra aceptación hacia ellos está condicionada.

    El cansancio, el ajetreo del día a día, o la baja tolerancia a la frustración pueden llevar a los padres a utilizar recompensas, ya que es la salida más rápida y fácil para muchos. Otros padres utilizan esta estrategia porque creen que es una herramienta eficaz para lidiar con la mala conducta de sus hijos. Como padres tomen en consideración  que lo que resulta "eficaz" a corto plazo, conlleva a efectos que a largo plazo no serán beneficiosos para sus hijos.

  • 06 Feb 2020 8:21 AM | Positive Discipline Association

    Por: Gigliola Nuñez. Entrenadora líder certificada de Disciplina Positiva.

    Esta pregunta me surgió observando a mi hija y a otros adolescentes que constantemente están sometidos a diferentes presiones sociales y que tienen que tomar decisiones basadas en sus propios criterios independiente de lo que los demás puedan pensar o decir.

    Actuar y ser cómo eres puede ser todo un reto para estos adolescentes. La presión social y ser aceptado dentro de un grupo puede llevarlos a perder su propia identidad y es por esto que hoy quiero invitarlos a que reflexionemos y pongamos en práctica un conjunto de herramientas que fortalezcan el criterio en nuestros hijos:

    1. Sentirse amado:

    El amor es fundamental para la vida. Los hijos necesitan sentirse amados por lo que son y no por lo que hacen. Genera espacios de conexión con tus hijos mostrándoles que ellos son importantes para ti: Escuchándolos, estando presente y consciente para ellos, haciendo actividades juntos, compartiendo y disfrutando de su presencia.

    2. Respeto:

    Educar en el respeto es fundamental para que nuestros hijos se aprendan a respetar a sí mismo y a los demás. Educar en el respeto significa no pretender que tu hijo sea otro. Es apreciar a tu hijo con sus fortalezas y puntos a mejorar. Es amarlo de forma incondicional. Es respetar sus decisiones y permitirle que asuma las consecuencias de las mismas. Me pregunto ¿Cómo pretendemos que nuestros hijos se respeten a sí mismo cuando si ni siquiera en casa los respetamos por ser quiénes son?

    3. Confiar en sus capacidades:

    Brindarles oportunidades dentro del hogar para que conozcan sus capacidades y de esta manera se sientan valientes de afrontar los desafíos-retos que se les presentan en la vida. Esto lo logramos diariamente permitiéndoles asumir sus responsabilidades como son sus tareas escolares, familiares y sociales y confiando en sus capacidades para salir adelante.

    4.  Participación y expresarse dentro de la familia:

    Que la familia sea el espacio en donde nuestros hijos puedan expresarse y proponer sus ideas sin recibir juicios o críticas. Es muy bueno cuando en las familias se unen todos para buscar soluciones a las situaciones que se les presentan y en donde todos son escuchados y tenidos en cuenta. Cuando los hijos se sienten escuchados dentro de casa se sienten seguros de expresar lo que piensan y sienten en otros contextos.

    5.  Errores como oportunidades de aprendizajes:

    Nadie es perfecto y cuando dentro de la familia cometer un error no se emplea para la burla o critica sino para construir permite que los niños aprendan asumirlos y a levantarse frente a ellos. Cuando tu hijo se da cuenta de la capacidad que tiene de reponerse frente al error está fortaleciendo criterio.

    6.  Poder decisión:

    Es importante que nuestros hijos conozcan el poder que tienen ellos sobre sus vidas y que sus decisiones los afectan de manera positiva o negativa. Por lo tanto, ellos deberán aprender a ser responsables con cada decisión que toman. Para esto será fundamental que en el día a día los ayudemos a ser conscientes de las decisiones que están tomando propiciando con ellos conversaciones reflexivas desde el corazón.

    Por ejemplo: Tu hijo está teniendo dificultades en matemáticas y tu observas que no está cumpliendo con las tareas que debe entregar en el colegio. Para que este consciente de la decisión que está tomando; puedes generar con él una conversación con preguntas curiosas en donde lo invites a reflexionar acerca de lo que puede suceder dentro de su colegio sí continúa actuando de esa manera. El será el único que podrá cambiar su comportamiento y tomar una decisión que sea efectivamente favorable para él porque el poder de decisión lo tiene el en sus manos.

    7.  Consciencia de sus logros

    Los hijos en ocasiones no son conscientes de sus logros y es por esto que es de suma importancia que los adultos los invitemos a que ellos aprecien las cosas que logran por sí mismo en la vida. Podemos apreciar sus logros reconociéndoselos. Por ejemplo: “Hijo observo que lograste salir adelante en esta materia que tanto te costaba antes”. “Gracias a la idea que me diste pude solucionar mi problema”. “Hijo aprecio cómo aprendiste expresar lo que piensas sin emplear los gritos”. También puedes realizar preguntas que los inviten a reflexionar acerca de cómo alcanzo el logro propuesto. Por ejemplo: “¿Cuéntame cómo lograste salir delante de esa situación?”. “¿Qué cambios implementaste para mejorar en esta tarea?”. “¿Qué hiciste diferente en este momento para lograr___?”.

    Fomentando cada una de estas estrategias llevaremos a nuestros hijos a que se valoren, a que sean auténticos y valientes frente a las presiones externas y retos que se les presentan.

    Una vez que tu hijo se sienta capaz y valioso, nada ni nadie podrá arrebatarle esta fortaleza y esta será el mejor escudo que le podrás dar para prosperar en la vida.

  • 31 Jan 2020 12:27 PM | Positive Discipline Association

    Por: Carla Herrera. Entrenadora de Disciplina Positiva. 

    La Psicología Adleriana, fundamentos en los cuales se basa el programa de Disciplina Positiva, nos dice que desde que nacemos todos necesitamos sentir que pertenecemos, que somos amados y valorados por las demás personas que conforman nuestros grupos sociales. Cuando creamos esa conexión con los otros, y además nos sentimos útiles para esa comunidad, naturalmente tendemos a comportarnos cooperadores y respetuosos. Nos ayudamos unos a otros, aportamos nuestras ideas y nos comunicamos mejor porque nos sentimos parte de ese grupo social.

    Pero cuando esa necesidad vital de pertenecer no está cubierta, empezamos a experimentar vacíos emocionales que nos hacen sentir inseguros, aislados, amargados, tristes, vengativos, rechazados, etc. Estas emociones y pensamientos (sin ser conscientes de ello), nos llevan a niños y adultos a comportarnos de manera desafiante, retadora y hasta violenta. Estos comportamientos, en Disciplina Positiva son llamados “metas erradas”, porque buscan pertenencia de una manera errónea. Bajo la conducta inadecuada, se esconde la verdadera necesidad: Que nos vean, que nos perciban, que nos quieran.

    La "Analogía del iceberg", nos ayuda a entender de una manera clara lo que sucede con la conducta de niños y adultos. La conducta inadecuada o “mala conducta”, está representada por la punta del iceberg que es lo primero que vemos. Pero debajo del mar, yace oculta la gran masa de hielo que representa la necesidad de conexión y pertenencia que todas las personas tenemos. Por lo tanto, cuando un padre o maestro quiere corregir una conducta inadecuada, lo primero que debe hacer es satisfacer la necesidad escondida que dispara el mal comportamiento.

    A lo largo de la historia, con la finalidad de detener la mala conducta, se han usado métodos de control punitivos (violentos) tales como castigos, gritos, sermones, golpes, premios, retiro de privilegios, amenazas, etc. Todas estas herramientas cumplen su cometido y detienen la conducta sin lugar a dudas, pero no la modifican a largo plazo y, lo más importante, no enseñan las habilidades socio-emocionales necesarias para forjar una sana autoestima. Tampoco desarrollan recursos para afrontar los desafíos de la vida ni la resiliencia. Niños y adolescentes dejan de hacer lo que hacen porque tienen miedo a las represalias y los castigos que les imponen los adultos en ese momento, pero pasados unos días la conducta reincide y el ciclo del mal comportamiento vuelve a iniciar al no sentirse respetados, amados ni tomados en cuenta.

    Una forma simple de entender el origen del comportamiento inadeacuado es la siguiente: No se puede arreglar algo hasta que se encuentra el origen del problema. Claramente siempre se podrá parchar, pero eso es “arreglar a medias” porque al cabo de un tiempo se volverá a romper. Cuando estamos hablando de la educación y crianza, debemos ser conscientes de que estamos moldeando cerebros y por tanto nos toca preguntarnos: ¿qué me quiere decir este niño o adolescente a través de su comportamiento desafiante?, ¿qué le hace falta de mí? ¿será que no le hago caso?, ¿será que me la paso dándoles órdenes?, ¿será que no le digo seguido cuan valioso e importante es para mí?, ¿será que no le reconozco ni un logro y sólo noto sus errores?, ¿será que no dedico tiempo para escuchar sus aventuras e historias?, o talvez que ¿no juego ni conecto lo sufiente? ¿será que no sabe que lo amo con locura?

    La manera para mejorar el comportamiento que propone Disciplina Positiva es la conexión. “Conexión antes que corrección”, porque una vez que entendemos que la mala conducta proviene de una necesidad insatisfecha oculta debajo, emprendemos el camino de conexión como la manera de vincularnos con el otro y comprender qué le pasa y qué necesita para luego enfocarnos en la solución del problema.

    La frase del poeta Robert Louis Stevenson: “Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite”, hace match con nuestra ideología. El niño que muestra un comportamiento retador, es “difícil de querer”, su conducta aleja en lugar de atraer. Sin embargo, la gran tarea que tenemos los seres humanos es trabajar para sensibilizar la mirada y darnos cuenta que ese niño o adolescente lo que más necesita es amor y atención. No miremos solamente el comportamiento, miremos la necesidad insatifecha que lo impulsa y proporcionemos las herramientas que el niño necesita para modificarlo.

    ¿Qué necesitan nuestros niños y adolescentes?

    ¡Lo que necesitamos todos! Amor, protección, tiempo de calidad, límites, motivación, ser escuchados, reirnos, cariño, conversaciones, responsabilidades, objetivos, metas, guía, empuje, aliento, alegría, pero, sobre todo: SENTIRNOS AMADOS, RECONOCIDOS Y VALORADOS.

    Cuando los adultos hacemos conscientes estas necesidades, entonces estamos listos para empezar a conectar con ellos sabiendo que el error es parte del camino de ser padres o maestros. Cuando niños y adolescentes ven nuestro esfuerzo para mejorar como educadores, poco a poco su comportamiento empieza a ser cooperativo y respetuoso al sentirse respetados primero.

    Por último, recordemos que el comportamiento desafiante puede tener muchos orígenes, sin embargo, la primera puerta que debemos abrir para empezar a buscar soluciones que nos unan en lugar de que nos alejen, es la conexión.

  • 22 Jan 2020 4:00 PM | Positive Discipline Association

    Por: Dra. Jane Nelsen. Fundadora de Disciplina Positiva. Una actividad de la cartilla de trabajo de Disciplina Positiva

    Al embarcarse en el viaje hacia la Disciplina Positiva, es útil tener un destino en mente y un mapa para ayudarlo a llegar allí. Crear una lista de características y habilidades para la vida que espera que sus hijos desarrollen puede servir como su mapa.

    Imagine que su hijo tiene ahora 25 años y ha llamado a su puerta para una visita sorpresa. ¿Qué tipo de persona esperas ver frente a ti? ¿Qué características y habilidades para la vida esperas que tenga?

    Muchos padres no se dan cuenta de que los métodos de disciplina que usan no les ayudan a lograr lo que realmente quieren para sus hijos. El primer paso para aprender a ser el mejor (pero no perfecto) padre que puede ser es crear un mapa que lo guíe a su destino. Esta actividad lo ayudará a tener claro lo que quiere para sus hijos.

    A continuación, hay una lista de desafíos de comportamiento (ahora) y habilidades y características para la vida (futuro) que los padres hicieron en sus clases. Siempre son muy parecidas. ¿Cuántos de estos desafíos y metas estaban en su lista? ¿Hay algunos que les gustaría agregar a su lista?

    Copie y cuelgue sus listas de características y habilidades para la vida donde las verá diariamente para tener en mente su destino.

    Durante nuestros talleres y clases de Disciplina Positiva, enseñamos a través de actividades experienciales en las que los padres tienen la oportunidad de representar a padres e hijos. Esto les brinda la oportunidad de ingresar al mundo del niño para tener una idea de lo que funciona y lo que no funciona.

    Después de cada actividad, el adulto que interpretó el papel del niño es llevado a dos listas (similares a las anteriores) que se muestran destacadamente en una pared, y se le pregunta: "Como niño, ¿estabas aprendiendo algo sobre esta lista de características y habilidades para la vida?"
     
    Después de experimentar un método de crianza ineficaz, el "niño" siempre dice "no".
     
    Luego señalamos la lista de desafíos y le preguntamos si él o ella se siente motivado para engancharse en alguno de estos comportamientos. El "niño" generalmente señala varios comportamientos erróneos que él o ella se siente motivado a hacer. Esto ayuda a los padres a comprender cómo pueden ser responsables de la manifestación de las malas conductas de las que se quejan. Experimentan cómo es ser un niño que responde a los métodos de crianza irrespetuosos con más mal comportamiento y por qué el niño actúa de esa manera.
     
    Después de que el "niño" experimenta una herramienta de Disciplina Positiva durante un juego de roles, siempre puede identificar varias de las características y habilidades para la vida que está aprendiendo. Este tipo de aprendizaje experiencial tiene un mayor impacto en los padres que cualquier otro tipo de aprendizaje.
     
    ¿Todas estas actividades y herramientas lo convertirán en un padre perfecto? No. Lo siento, 

    ¿Esto significa que serán perfectos y nunca se portarán mal? ¡No! Es parte de su proceso de desarrollo individualizarse: probar los límites a medida que descubren quiénes son y cómo usar su poder personal. Razón de más para usar herramientas para padres que se centran en las habilidades de resolución de problemas en lugar de métodos que aumentan las luchas de poder y los ciclos de venganza.no existe un padre perfecto.

    ¿Sentirán sus hijos un sentido de pertenencia, importancia y una fuerte creencia en su capacidad personal? Si.

  • 15 Jan 2020 9:06 PM | Anonymous

    Por:  Marytere Soto. Entrenadora certificada de Disciplina Positiva.

    Un principio clave de la Disciplina Positiva es el de conectar antes de corregir. ¿A qué se refiere este principio?

    La mayoría de los padres tenemos la idea de que, si no actuamos en el momento de crisis o del “mal comportamiento”, permitimos que nuestros hijos se salgan con la suya, se nos olvida que el peor momento para tratar de resolver algún problema es el momento de crisis.

    La Disciplina Positiva propone que durante la crisis se busque conectar primero con el niño, esto se puede lograr pidiendo un abrazo al niño, usando lenguaje no verbal tranquilizador o con una señal no verbal respetuosa que transmita el mensaje “te entiendo”. Una vez que se genere esa conexión, entonces podemos dar paso a la corrección. El término corregir en Disciplina Positiva se refiere a involucrar al niño y buscar una solución juntos, no tiene nada que ver con métodos punitivos (castigar, gritar, sermonear, entre otros).

    Cuando los niños se “portan mal” es porque se sienten desalentados y es una manera de decirnos que necesitan recobrar su sentido de pertenencia y de importancia, nos necesitan. Si queremos que nuestros hijos cooperen, necesitamos dejar a un lado esta idea y trabajar en la conexión. La conexión genera sentido de pertenencia e importancia.

    También es importante recordar que muchas investigaciones demuestran que, para poder tener una influencia positiva en un niño, primero necesitamos crear una conexión con ellos. La conexión provoca seguridad, confianza, cooperación y cercanía.

    A continuación, algunas herramientas de Disciplina Positiva que podemos usar para generar conexión:

    • Comparta tiempo especial.
    • Valide sus sentimientos.
    • Organice juntas familiares.
    • Ofrezca aliento.
    • Haga preguntas de curiosidad. 

    Recuerda, la base para una relación fuerte y a largo plazo con tus hijos es la conexión.

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